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El irrevocable camino que tomaron las cosas

Algo se apagó en algún momento, quizás cuando ese papel tocó tu lengua y cerraste la carta. Hasta ahora, todavía no la abro. Hay fotos por todos lados, y unas luces que funcionan a medias. Hay bebidas blancas a las que se les evaporó el alcohol. Hay una calle que no piso hace mucho. Está por ahí, tirado, el mapa del irrevocable camino que tomaron las cosas. Las flechas luminosas que llevaron todo hacia donde tenía que ir, hacia donde yo quise que fuera. En realidad no me arrepiento. Sin embargo, todavía siento ese regusto en la garganta, algo muy amargo que me entumece la lengua. Después, el inevitable dulzor me hace sentir que todavía estoy viva. Cuando me despierto, he vuelto a morir. ¿Por qué la vida no puede ser siempre así de fácil? Es propio de nosotros querer volver el tiempo atrás. Es propio de mí sostener nostalgias insostenibles. Era propia de vos una verdad que, por dentro, detestaba.

I lost something in the hills

Las oraciones recorren mi mente como si fueran a poder fijarse en algún lado, como si tuvieran alguna utilidad más que crear un horizonte romántico para enterrar en él mi vida. No debería querer adornar tanto las cosas, al final no hay más que electricidad moviéndose por todo mi cuerpo de forma desquiciada, sin rumbo. Quisiera creer que puedo adornar un poco las cosas, que esto no está doliendo en vano. Quisiera creer que no estoy, simplemente, escribiendo oraciones desconectadas entre sí, tratando de encontrarles algún sentido o conexión.  Pienso las palabras pero no las escribo, como un mensaje pendiente que hace años tengo que abrir y por miedo no lo hago. Como algo protegiéndome de mi propia vida. Como una olla a presión que por momentos se desborda pero nunca explota. Me pregunto, sin embargo, si la explosión podrá llegar a terminar de desordenarme la existencia. Todo, al final, siempre está bien, y temo por el día en el que no lo esté: un día la pastilla se va a desfigurar, para

elastiquín

me gusta estar así, en trances inducidos, así nada se desborda y lo contengo todo como puedo: lo ato con alambre, le pongo un elastiquín, mientras se me cierran los ojos y no sé con quién estoy, y no entiendo a quién estoy mirando. en los brazos de alguien me pregunto a mí misma, como si te estuviera hablando, ¿por qué no te quedaste?, si ahora estoy sola conmigo y no me caigo bien. no sé con quién estoy, no entiendo a quién estoy mirando, pero le pido que no deje marcas porque, al final, soy yo quien tiene que taparlas, y la que siente la sangre revuelta y busca un medio más para estar en paz otra noche si te hubieras quedado, no viviría más en este color eterno y podría dejar de retirarme antes de las doce, de buscar aire sentada en una escalera, de temblar en la cocina vacía, y de escribir el dolor que me causaste. desbordo y ya no siento el agua escapándose por los bordes, sólo veo la tapa de la olla que ante la presión se va resbalando tan le

humor vítreo

las cosas buenas llegan: vienen en forma de temporal, rebalsan las canaletas, se meten por la ventana a la madrugada. son tan brillantes que queman la madera del techo y forman goteras. gotean sobre mi almohada y cuando duermo siento las lágrimas: ¿habré calcado otra vez el film?, pero abro los ojos y todo es luz. y no puedo esperar a perderme para ver en dónde caigo esta vez: si en camperas moradas o en estampados minimalistas. he entregado tanto que mi concepto de cariño es difuso, subjetivo, obtuso, vago. si gane o pierda, las ganancias son hielo al sol, las pérdidas un azar subjetivo, y no importa cuál toque: si quiero, siempre gano. y la paz está ahí con sus ojos marcianos mirándonos burlona detrás de un cristal imaginario y es tan fácil tan extremadamente fácil dar un paso adelante cerrar los ojos al contacto ceder el paso y destrozar la estatua del tirano interno para ver como el exterior no es más que una hoja de calcar introspectiva un paisaje de papel film plastilina tran

mayo

miedo miedo al miedo miedo al antónimo del miedo miedo a lo negativo porque existe miedo a lo positivo porque se irá miedo a arriesgarme miedo a no intentar miedo a no llegar miedo a ir demasiado lejos miedo constante y profundo manejando mis palabras momificando mis deseos moldeando mis sentimientos marcándome los labios metiéndome bien adentro me voy muriendo metamorfosis? no hay me hace parecer fría más soy todo menos eso mantas no me ocultan del todo mientras miro por el rabillo del ojo mantras resonando a la distancia meticulosa en mi represión mareada, sin embargo, mejora la perspectiva miento momentáneamente pero ¿miraré fijo cuando llegue el momento? ron y hielo, estómago: misceláneo matutino mido las emociones muestro menos de lo que debería muestra de que me formaron los demás meramente deformándome el autoestima martes de poca misericordia madrugadas mudas marco un mapa en el cielo miro la ciudad en llamas moldes que sinceramente no m

juicebox

sos un punto azul esquivo en un mar de gente, un tsunami de pelo castaño,  un montón de palabras que hacen sonreír.

este pueblo

este pueblo es tan chico que los carteles pegados en el centro vuelan hasta mi casa. tan chico que no deja lugar al misterio, porque todo se sabe, todo se dice, todo se conoce si es que se decide disfrutar la existencia. este pueblo es tan chico que se siente como hablar en una habitación vacía, en donde el eco hace estruendos y tus palabras viajan por todo el lugar. tan chico que los lagos y las montañas de las afueras nos vigilan bien de cerca. este pueblo es tan chico que el parque ya ha escuchado cantar a la mitad de la población, y las jarillas del campo seguramente espiaron varias veces nuestras conversaciones en los cerros. tan chico que he pasado por al lado de toda la gente. este pueblo es tan chico que lo diferente es controversial y lo revolucionario un pecado mortal. tan chico que un pelo teñido de azul puede viajar hasta la boca de un entrometido profesional, y un cartel de protesta es tapado con versículos del antiguo testamento. este pueblo es tan chico que los nombres